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Diario YA


 

50 años después de su creación en 1967, el Teatro Real la estrena en España

“Bomarzo” vuelve a Europa en el marco de la programación del bicentenario

Fotografía: Javier del Real

Luis de Haro Serrano

Presentada en Londres en 1976, esta obra no se ha ofrecido en ningún teatro europeo desde hace más de cuarenta años. El Teatro Real la escenifica dentro de la programación del bicentenario con una producción propia realizada en coproducción con De Nationale Ópera de Amsterdam y programando una serie de retransmisiones especiales dirigidas a numerosos teatros de Latinoamérica.

Cuando Ginastera recibió de Washington el encargo de la composición de una ópera optó por prepararla sobre la base de la novela Bomarzo de Manuel Mujica Laínez con la que había ganado el Premio Nacional de Literatura, consiguiendo que este mismo autor se encargara de la preparación del correspondiente libreto. Una historia verídica y legendaria en la que sueño y realidad, según Pierre Audi, se mezclan constantemente. Inspirada en las impresionantes esculturas del Parque de los Monstruos, realizadas en el siglo XVI en la pequeña localidad de Bomarzo, situada en la provincia de Viterbo, al norte de Roma. Una ciudad, que a comienzos de los años sesenta apenas si contaba con 300 habitantes que vivían alrededor de un antiguo castillo cuyo último habitante fue Pier Francesco Orsini, duque de Bomarzo quien , al parecer, padecía una dura deformidad, era estéril, corrupto y un auténtico libertino que odiaba a toda su familia.

Fue una de las primeras óperas en la que se utilizó la técnica narrativa del flash back para desarrollar su acción. Comienza con el envenenamiento del protagonista bebiendo una pócima con la que un astrólogo le garantizaba su inmortalidad y en el delirio previo a su muerte contempla con estupor como, poco a poco, va pasando toda su vida ante sus casi desvanecidos ojos. Despreciado por su familia y engañado por su mujer, el duque vive amargado, confiando solo en la inmortalidad que se le predijo al nacer.

Tras su estreno, la crítica norteamericana elogió la fuerza del libreto, el poder de su dramatismo y la orientación con que trata el desarrollo de los sentidos, entre ellos, el sexual, que dio lugar a su prohibición en Argentina por la Junta militar del Presidente Onganía basándose, fundamentalmente, en la negativa impresión que había causado en ciertos sectores ultraconservadores argentinos. La ópera es un vertiginoso viaje al pasado y un modelo de la degeneración de la moral pública. Como indica en la Revista del Real su director artístico Juan Matabosch, “lo peor del ridículo de la historia de su prohibición fue lo innecesario del barullo que con ello se formó, a poco que se conozca mínimamente la obra”. Al conocer Ginastera las razones del Gobierno para justificar su prohibición, consideró que por estos motivos, gran cantidad de óperas deberían desaparecer del repertorio operístico, desde Mozart a Shostakovich, porque escenas de violencia o impulsos sexuales están presentes en muchas de las obras que conozco".

 


Puesta en escena

“Bomarzo” es una ópera sumamente compleja y difícil para llevarla a escena, probablemente sea por ello por lo que desde su estreno en 1967 y tras su presentación en Londres no haya vuelto a escenificarse en ningún teatro lírico europeo hasta ahora que el Real ha asumido la responsabilidad de volverla a ofrecer a toda Europa dentro de su programación especial.

Su viaje vertiginoso al pasado y el surrealismo de sus personajes encierran una gran dificultad que ha sido resuelta con acierto por el grupo artístico formado por Pierre Audi como director de escena, Urs Schönebaum como escenógrafo e iluminador, Klaus Bertisch como dramaturgo, Jon Rafman como creador del sugestivo vídeo y la eficacísima dirección musical de David Afkham, actual director de la Orquesta y el Coro Nacional de España, que ha hecho una brillantísima versión de esta incuestionable difícil partitura, fuertemente reforzada en la percusión y el viento, que alcanzó momentos especialmente atractivos como el de la coronación del Duque de Bomarco y la continua utilización de medios técnicos aplicados a la escena, así como por el duro trabajo del tenor Jordi Francés (Duque de Bomarzo), que destacó tanto en la parte vocal como en la escénica, dos aspectos singularmente largos y difíciles que superó con eficacia. Un gran conjunto de profesionales que trasladaron con eficacia y naturalidad al espectador a ese extraño “Sacro bosco” –bosque sagrado- que tanta sorpresas depara, entre ellas el que su partitura , compuesta en 1963 con el formato de cantata para recitador masculino y orquesta de cámara, pasada posteriormente a ópera en dos actos, ha contado igualmente con una correcta participación del resto del elenco, coro incluido – que Audi situó en el foso- incluido el reducido grupo de los pequeños cantores de la ORCAM.

Brillante de principio a fin, a pesar de su dureza, este difícil espectáculo de “Bomarzo”, que el Real, con gran acierto, ha incluido en la programación especial de su bicentenario.