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Diario YA


 

Un Gobierno, invadido por las feministas, que está dando la medida de lo que son capaces de hacer estas señoras

De pifia en pifia, el gobierno se encamina al desastre

Miguel Massanet Bosch.
Sus intentos de camuflar la realidad del país, fracasan ante la dura realidad de una España en crisis de valores y en las manos del progresismo bolchevique.
En realidad existe una evidente diferencia entre la visión idílica de quienes nos gobiernan a golpe de decretos y prescindiendo de cualquier relación con la oposición, y lo que está sucediendo a nivel de los ciudadanos, que se ven ante una situación en la que se nos pinta un porvenir, en manos de las izquierdas que ocupan el poder, que difiere en mucho de lo que los economistas, el Banco de España, el Fondo Monetario, el Banco Central Europeo y aquellos encargados de fiscalizar el cumplimiento de nuestros compromisos con la CE desde Bruselas, están diciendo, informando, recomendando o advirtiendo, en cuanto a determinadas cuestiones de alto interés para la recuperación de la nación española y la mejora del estatus de sus habitantes.
Un Gobierno, invadido por las feministas, que está dando la medida de lo que son capaces de hacer estas señoras cuando se les da oportunidad de desarrollar sus ideas que, evidentemente, difieren en mucho de lo que se referiría a igualar a las mujeres en cuanto a derechos, salarios, puestos de trabajo y responsabilidades de mando con el sexo masculino, dando una pobre impresión de su capacidad, su formación, su objetividad y sus cualidades para estar en condiciones de ponerse a la par con aquellos a los que han sustituido en sus funciones administrativas, sin que la ciudadanía haya podido encontrar mejora alguna sino, todo lo contrario, una serie de decisiones fanáticas, con ideas absurdas sobre lo que debería constituir la base de una verdadera equiparación de sexos, prescindiendo de la sensatez e intentando adaptar el léxico, las expresiones gramaticales y el pensamiento a una nueva forma en la que el neutro desparece para pasar a una farragosa y absurda duplicidad del femenino y masculino, que no tiene otro resultado que empobrecer el idioma y convertirlo en algo incómodo y poco práctico.
Convertir la pretendida educación sexual de los menores, llevándola a situaciones absurdas como es la de intentar que niños de menos de siete años empiecen a formarse en un tema que no entienden ni les preocupa, en una fase de su vida en la que la sexualidad está ausente y sus prioridades nada tienen que ver con un sexo que todavía no ha empezado a constituir una de sus preocupaciones. ¿Estamos, pues hablando de una corrupción de menores? O de una visión poco inteligentes de despertar en unos niños una panorámica que en nada puede mejorar su educación y sí anticipar sensaciones que ya la vida les enseñará cuando llegue la pubertad.  Parece ser que, lo que pretenden estas feministas de izquierdas, en su afán de destacarse y venderse como personas capacitadas es, simplemente, intentar imponer a la fuerza un régimen matriarcal, que en nada tiene que ver con la equiparación, en derechos de deberes, entre ambos sexos.
Lo cierto es que la mentira, como arma de propaganda escogida por el socialismo comunista que está al frente del país, se ha asentado en todos los ministerios, hoy en fase de campaña preelectoral, para recuperarse del descrédito al que les ha llevado la gestión del Covid19, sus continuos fracasos ante los tribunales de justicia y sus errores en materia económica, social, industrial y constitucional, que han tenido como consecuencia el ser rectificados desde el TC que, con tres sentencias rotundas, ha desmentido al señor Sánchez y a sus asesores, respecto a la legalidad del estado de alarma que pretendió convertir en un café para todos, relegando en las autonomías unas funciones que no les correspondían y que, en realidad, debió de asumir el Gobierno.
Mientras, el señor Pedro Sánchez presumía de que, en la reunión del G20, había contactado, apenas unos instantes, con Joe  Biden y de ello sacó la conclusión de que las relaciones, evidentemente poco fluidas, entre España y los EE.UU, estaban normalizadas; aquel mismo día, el señor Biden, había ordenado el traslado de las fuerzas de reacción rápida que mantenía en la localidad de Torrejón de Ardoz, se trasladaran a una nueva localidad italiana, una decisión que va a significar una pérdida muy importante para la economía de aquella localidad española. Una de las pifias que demuestran la forma tendenciosa con la que se nos vende a los ciudadanos la acción gubernamental.
España sigue teniendo dos problemas graves que no puede dejar de considerar, si es que espera afrontar el futuro con una cierta garantía de estabilidad del país. Uno, el del separatismo, cada vez más en auge, convencido de que tiene al Gobierno a sus órdenes y de que su camino hacía una independencia está asegurado, mientras Sánchez siga en el poder. Otro es el del problema de las energías, agravado últimamente por el hecho de que Marruecos no permita que llegue el gas de Argelia a través del gasoducto que pasaba por territorio marroquí. Ello supone que, desde hoy, los suministros de gas van a tener que llegar licuados en trasportes marítimos, una circunstancia que comporta unos importantes costes adicionales y no garantiza que, en todo momento, dispongamos del gas preciso para el suministro demandado por la nación española. Por otra parte, existe un problema que, sin duda alguna, va a suponer un enfrentamiento entre los comunistas de Diaz y los socialistas de Sánchez, por el distinto criterio que predomina en cada una de las formaciones sobre el alcance de lo que deberá ser lo que ellos denominan como “derogación de la reforma laboral” del PP, promulgado a instancia de Bruselas.
Todos sabemos que, aparte de lo que digan al pueblo los ministros del Gobierno, una serie de engaños convenientemente adobados para que el ciudadano no vea que, la reforma laboral, no va a consistir nada más que un lavado de cara, con poco jabón, del acuerdo; de modo que Bruselas no ponga objeciones, como ocurriría si en los aspectos fundamentales se empleara la tijera por parte de comunistas y socialistas. Sin embargo, no podemos considerar como una cuestión menor el que se les vuelva a dar a los sindicatos, hoy apenas reconocibles, la facultad de intervenir en los convenios colectivos que afecten a sectores o zonas geográficas, si bien es posible que se excluyan de la obligación de que asistan a los convenios de empresa. El hecho de que se les privara de esta facultad, aparte de que teniendo un gobierno de izquierdas no suele ser propicio a que saquen a los trabajadores a la calle, se da la circunstancia de que ellos cobraban por asistir y, a la par, tenían la fuerza de poder presionar a los empresarios con más facilidad de lo que estaba en la mano de los distintos comités de empresa, en el caso de convocar paros durante la tramitación de convenios sectoriales.
Pero donde existe el verdadero peligro de que esta izquierda social-comunista pueda prolongar su estancia al frente del Gobierno, por absurdo que nos pueda parecer, se lo deberemos, de seguir el rumbo que en la actualidad mantiene el señor Casado del PP, a la eterna cuestión de las envidias, los recelos, las camarillas y las ambiciones que se producen en el seno de los partidos y que, en la mayoría de ocasiones en las que no existe un control férreo sobre estas complicadas situaciones, son capaces de dar al traste con todas las posibilidades electorales que pudiera tener el partido en el que, estos corpúsculos, puedan llegar a entorpecer la acción y las posibilidades de aquellas personas válidas y con prestigio, que tuvieran serias posibilidades de ser elegidas para los cargos de la Administración y, entre ellos, el de Jefe del Gobierno, pudieran tener posibilidades de éxito.
La señora Ayuso ha sabido bregar con un problema que parecía que la iba a superar. Tuvo la valentía de convocar elecciones a la Comunidad Madrileña, anticipándose a una moción de censura que intentaba apartarla del poder. Ya consolidada y vencedora en los comicios, ha estado dirigiendo el tema de la pandemia del Covid19 con mano diestra y sin dejarse amilanar por la campaña, a cara de perro, que Sánchez y su gobierno iniciaron en su contra, sin que sus esfuerzos fueran capaces de asustarla y hacerla desistir de sus esfuerzos en pro de la ciudadanía madrileña. No parece que, en Génova, se alegraran demasiado del protagonismo de la presidenta de la comunidad y es posible que, en ocasiones, la Dirección del PP hubiera preferido que Ayuso fracasara. Ahora, ante lo que parecería una consecuencia lógica del buen hacer de la señora Ayuso, el señor Casado, influido seguramente por sus asesores, en lugar de allanar el camino para que la señora Ayuso pudiera ser la presidenta del partido en Madrid, ha emprendido una campaña subrepticia, pero que todo el mundo conoce, para evitar que la señora Ayuso pueda dirigir el partido en Madrid, jugando su baza a favor del señor alcalde de Madrid, una persona capaz, preparada pero que, en cuestión de prestigio y méritos no está a la altura de su rival, la presidenta de la comunidad. En todo caso, la más elemental prudencia hubiera dejado la resolución de este enfrentamiento al Congreso que se debía celebrar en Madrid, pero, como a Casado no le interesa que se celebre, ya ha maniobrado para que se retrase. Un tema que puede acabar muy mal.
Una fea cuestión que ya le ha costado al PP la pérdida de dos puntos en intención de voto y, el peligro de que, de radicalizarse pudiera inclinar a una parte importante del electorado, todos aquellos que siguen descontentos por las ambigüedades de la actual directiva, por las concesiones que se les hacen a los socialistas o por las desviaciones respetos a los valores de siempre del PP de Fraga Iribarne, que se decidan saltarse la costumbre para votar a un partido, VOX que, de momento, está dando muestras de sensatez, preparación, amor a la patria, actitud beligerante en contra del comunismo que nos amenaza, actividad fructífera presentando recursos ante el TS y el TC, que han venido dando sus buenos resultados, con una mayoría de ellos fallados a favor de los recurrentes, algo que no sucede en el caso del PP y de otros recursos formulados por el resto de los partidos del arco parlamentario. Injustamente proscritos, deberemos reconocer que, el señor Abascal y su grupo, están dando evidentes muestras de estar capacitados para asumir la gobernanza de la nación española.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, sentimos que, en esta España atribulada, o se opta por una actitud más agresiva en contra de las fuerzas políticas que están intentando desmembrarla y entregársela a las izquierdas o deberemos renunciar a que todos los logros que se han ido consiguiendo, a través de los años, en esta nación acaben escurriéndose por las alcantarillas de este viejo comunismo, resucitado por los bolivarianos, que amenaza, cada vez con más fuerza, con hacerse en dueño de la nación, lamentablemente más pendiente de que las fuerzas del centro y derecha se decidan a reaccionar de una forma contundente en un último intento de evitar el caos que la victoria de las izquierdas nos traería a este país.
 

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