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Diario YA


 

El Chile plano de Bachelet

Gonzalo Rojas Sánchez. Mi pregunta fue clara y directa. ¿Cuánto va a crecer Chile este año y el próximo? La respuesta de mi amigo, hombre del mundo de la construcción, fue también muy certera: en los próximos años tendremos un país plano. Plano, sin relieve, sin ondas que indiquen movimiento, sin fuerzas que expresen proyectos. Chile un país plano.

¿Es esa mirada aplicable sólo a la economía, al crecimiento del PIB? Desgraciadamente no. Chile viene perdiendo momentum en casi todo. La vida se estanca, ya que no reponemos población. La familia matrimonial no crece porque hay más divorcios que uniones, y muchos jóvenes que viven en estado de convivencia no dan el paso hacia el matrimonio.

Obviamente, entonces, nacen 2 de cada 3 niños en la planicie, sin hogar: ¿quién podrá animarlos a tener ideales? A lo más se conformarán con reciclar la vida del padre o de la madre que conocieron: en el mejor de los casos, clonaran una vida plana. Ya casi no se anima a vivir la virtud, ni menos el heroísmo. Que cada uno dé un poquito y de vez en cuando, mezclando egoísmo (autonomía, la llaman) con sentimentalismo (solidaridad, la llaman).

Líderes religiosos que viven el pauperismo consideran que los jóvenes no pueden aguantarse, así que les proponen la planicie del “protégete” en vez de la virtud de la castidad. El estudio es plano, es para pasar ramos, para egresar, para ganar una competencia de numerosísimos mediocres que con el paso de los años, instalados en la planicie de sus mediocridades profesionales, contratarán a otros tantos mediocres. ¿Estudiar para liberarse de la ignorancia y del error? ¿Estudiar para gozar de la realidad, de la verdad? No esas cumbres, no. Mejor la planicie. Y la religión, más que plana, chata.

Se llama exageración a la entrega, fanatismo a la piedad y fundamentalismo a la fidelidad doctrinal y moral. Cuán extendida está la religión de un Dios cariñosito y meloso, sin exigencias ni ideales, un Dios para caminar de la mano con Él por la planicie. Al lado de todas estas dimensiones de lo plano, el casi nulo crecimiento económico es una bicoca.

 

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