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Un hijo de la Iglesia y un científico que reconocía sus limitaciones como humano y criatura de Dios

En la Navidad del año 1822 nacía Louis Pasteur: Un hombre de Fé

Daniel Ponce Alegre. Teólogo y Antropólogo Social.

El 27 de Diciembre de 1822 en Dole, Francia, nacía Louis Pasteur.

Una de las más grandes y privilegiadas mentes que dio Humanidad en la Historia Moderna.

Reconocido químico y biólogo, fundó la Microbiología como disciplina técnica y de estudio fundado entre la biología y la medicina, demostrando la llamada Teoría de los Gérmenes como patógenos, es decir, causantes de enfermedad.

Además de inventar la Técnica del Proceso de Pasteurización, desarrolló vacunas contra varias enfermedades.

Doctor en física y química en 1847, una vez graduado, encabezó múltiples investigaciones, siendo las primeras relacionadas con la comprobación de qué levaduras eran las responsables de la producción de alcohol en la fermentación, y por otro lado, descubrir que la producción en el proceso de fermentación de ciertos ácidos y sustancias indeseables (que agriaban el vino o la cerveza) era debida a la acción de microorganismos como las bacterias, por lo que luego aplicaría este mismo sistema al ámbito de la conservación de los alimentos.

Luego de la Guerra Franco-Prusiana (1870  - 71), Pasteur orientó su actividad hacia el estudio de las enfermedades contagiosas, partiendo del supuesto de que eran debidas a gérmenes que pasaban de un organismo a otro, logrando no sólo confirmar su Teoría sino también desarrollar la vacunación como método preventivo.

En 1885 se dio uno de los hitos de su carrera, al recibir el caso de Joseph Meinster, un niño de 9 años contagiado de rabia. Tras haber investigado previamente por años la rabia, Pasteur, como no era medico, necesitó del consenso y asesoramiento de la Junta Médica Local que avaló la utilización de su antídoto con un humano, salvando la vida del niño que hubiese fallecido, si Dios no lo hubiese remediado, en escasos días.

El tratamiento fue todo un éxito. Duró 10 días con inyecciones diarias, y el niño se recuperó.

El descubrimiento de Pasteur permitiría salvar cientos de vidas en todo el mundo, produciéndose así la invención definitiva de una vacuna contra la rabia que era uno de los males con mayor mortandad en aquellos años.

Pasteur mejoró la calidad de vida al hacer posible que productos alimenticios básicos, como la leche, se pudieran transportar largas distancias sin ser afectados por la descomposición. Fue ferviente defensor de la esterilización y la higiene como métodos efectivos de cura y prevención contra la propagación de las enfermedades infecciosas de larga duración.

Y lo más importante:

Fue un hombre de Fe. Un hijo de la Iglesia y un científico que reconocía sus limitaciones como humano y criatura de Dios, hijo de Él por medio de Jesucristo, el Señor de la Verdad, la Vida y la Sabiduría, incluida la Sabiduría Humana Científica.

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