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Diario YA


 

“Es muy difícil pensar con nobleza cuando no se piensa más que para ganarse la vida” J.J. Rousseau.

La línea editorial del grupo Godó-LaVanguardia, en apoyo de la izquierda separatista catalana

Miguel Massanet Bosch. No es la primera vez que nos referimos al apoyo, casi unánime, de los medios informativos implantados en Cataluña, a este proceso creado artificialmente por los políticos de CIU y los de ERC, que iniciaron su desmarque del resto de España, posteriormente con la colaboración de otros partidos de la izquierda catalana, que vieron en ello la oportunidad de adquirir un protagonismo dentro de la autonomía que, de otro modo, les hubiera sido muy difícil conseguir.

Desde las televisiones, dominadas todas ellas por la Generalitat, hasta la práctica totalidad de la prensa autonómica, hacen piña con el proceso separatista catalán sin que sea posible, para cualquiera que resida en estas tierras, tener la oportunidad de ver una tertulia, escuchar un programa de radio o leer un ejemplar de uno de los periódicos editados en esta autonomía, que no estén enteramente dedicados a discutir sobre el proceso separatista catalán, sus posibilidades de éxito, los medios para conseguir el objetivo soberanista más adecuados y las críticas unánimes hacia el resto del Estado español, por no permitir que lo que ellos, equivocadamente, entienden como democracia, por considerar que si existe un grupo de catalanes, más o menos numeroso, que aspiren a la independencia, ya bastaría para que se pudieran imponer el resto de las autonomías de la nación, sin consultar a todos los españoles lo que piensan al respeto; sobrevalorando los deseos de unas minorías que, ni tan siquiera, constituyen la totalidad de la población catalana, a la opinión mayoritaria del pueblo español y, lo que agrava más la situación, lo dispuesto en nuestra Constitución de 1978, aprobada mayoritariamente por los catalanes, que se muestra contraria a tal clase de iniciativas, si no están encarriladas y tramitadas a través de las Cortes por los procedimientos constitucionales establecidos.

Y cuando hablamos de los medios de información catalanes no nos queda más remedio que hacer referencia a uno de los que más tirada tiene, uno que en tiempos de Franco fue franquista hasta la saciedad, en los tiempos de gobierno socialista se arrodilló a los pies de Felipe González y de Rodríguez Zapatero y cuando llegó el momento en que parecía que el proceso independentista catalán no tenía marcha atrás, siguiendo el conocido refrán del refranero español que explica aquello de: “quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija” , entendiéndolo en el sentido acomodaticio de que: no es preciso que siempre sea el mismo árbol el que proporcione la buena sombra apetecida. Así las cosas, La Vanguardia ha salido siempre indemne de todos los gobiernos a los que ha rendido pleitesía y, al menos en este caso de la Generalitat de Cataluña, han sabido también conseguir sustanciosas ayudas económicas para ayudar a los Godó a superar momentos de evidentes dificultades económicas.

Sería algo parecido a aquella singular frase pronunciada en la película, “Báilame el agua”, del siguiente tenor: “Tu me bailas el agua a mí, yo te bailo el agua a ti”. Entendible ¿no? Lo que ocurre es que, en ocasiones, como ha ocurrido hoy precisamente, se les ve demasiado el plumero. Ha sido precisamente en su sección El Semáforo, donde se han ensañado con el señor Justo Molinero (señalándole con un punto rojo, representativo de censura o rechazo), el fundador de Radio Taxi, un taxista que supo levantar una radio hablando el castellano en su emisora. También en las páginas interiores vuelven a hacer mención del tema. Todos conocen a la nueva estrella emergente de la ERC, el señor Gabriel Rufián a quien si el nombre ya se las trae, además podría constituir un aptónimo que, alguien mal intencionado, pudiera opinar que refleja su manera de ser. El caso es que, al parecer, el señor Rufián, durante la fallida investidura de Pedro Sánchez, pronunció la palabra “charnego” una expresión peyorativa que usaban los catalanes para hacer referencia a los inmigrantes que durante el siglo XX fueron llegando a Cataluña en busca de trabajo.

Ello irritó al señor Molinero que, en su programa de radio calificó de “gilipolla” al señor Rufián. Por lo visto, a La Vanguardia y a su director, les ha parecido mal que alguien proteste, siendo el mismo un inmigrante, de que se califique de esta forma tan bochornosa a aquellos, gracias a los cuales los “burgueses” catalanes pudieron hacerse ricos, haciendo funcionar a las fábricas de tejidos de su propiedad, en jornadas interminables y con salarios de miseria gracias a aquellos trabajadores que, huyendo del hambre y de la miseria, vinieron a las grandes ciudades industriales de Cataluña, para ayudar a enriquecerse a los patronos catalanes. Hay que decir que, durante la contienda de la I Guerra Mundial, España como nación no beligerante, mantenía relaciones no sólo con la Triple Alianza formada por el gobierno alemán del Kaiser, Austria y Hungría y por la otra la Triple Entente del RU, Francia y Rusia. Sin duda, los que más se beneficiaron de esta situación fueron los fabricantes catalanes que vendían todo lo que producían, especialmente en sus fábricas textiles, a ambos bandos; lo que les permitió enriquecerse en muy poco tiempo.

En aquellos tiempos empezó a correr entre la sociedad, la de aquellos que ya eran ricos hacía muchos años y que miraban con desprecio a aquellos empresarios, generalmente poco instruidos y no con muy buenos modales, a los que les empezaron a denominar como “los nuevo ricos”, algo que es fácil entender que no fue del agrado de aquellos que habían amasado fortunas a costa de la guerra. Lo que no se sabe es si, el posicionamiento de los Godó a favor de la secesión catalana va a servirles de algo, si se tiene en cuenta que, tal y como pronosticamos hace ya tiempo, a medida que pasa el tiempo la vertiente izquierdista en Cataluña se va haciendo más consistente y las fuerzas de extrema izquierda, como la CUP, la marca blanca de Podemos, representada por la Ada Cola de BenComú e ICyV, `parece que pueden llegar a formar una coalición que, no se sabe si juntos con Podemos o sin ellos, se pudieran presentar unidos a unas presuntas elecciones ( si no hay acuerdo previo de gobernabilidad) que tendrían lugar, más o menos, por el 26 del mes de junio próximo.

Todo ello, teniendo en cuenta que la alianza de CDC, hoy en día, Democracia y Libertad, con ERC es un joint venture para gobernar la Generalitat en tanto que se pone en marcha lo que ellos llaman “el proceso constituyente”, que culminará, según los secesionistas, con la promulgación de su Constitución particular, en cuyo momento se produciría la verdadera declaración de independencia de Cataluña de España. Claro que estos proyectos no son más que meras utopías que, mientras tanto, son capaces de acabar con las reservas económicas y llevar a la ruina al pueblo catalán. Lo que resulta evidente es que, todos los triunfos para formar un gobierno catalán, en el imaginario caso de que lograran sus objetivos secesionistas, estarían en manos de una izquierda mayoritaria, una izquierda radical ( Podemos y la CUP son partidos extremistas y leninistas) y ERC, aunque más moderada, aparte de independentista, está integrada por antiguos miembros de Terra Lliure y otros tan radicales o más que aquellos.

Las derechas catalanas se deberán despedir de ser los que, como pensaba Jordi Pujol, manejaran el nuevo gobierno surgido de la separación de España y, si ya hubiera sido fatal para la economía catalana, su propia supervivencia como estado independiente si el gobierno resultante hubiera sido de derechas, por su incapacidad para poder atender por sus propios medios la Sanidad Pública, las pensiones y las prestaciones farmacéuticas; como todos los que lo han querido han podido ver en esta última etapa, en la que el señor Junqueras, como flamante encargado (conseller) de la economía catalana, ha necesitado acudir a pedirle al señor Montoro que le adelante una parte de los millones que se les adeudan, para poder atender los pagos más inminentes, entre ellos los intereses de la gigantesca deuda pública que tiene contraída la Generalitat, gracias a la garantía del Estado español, una carga a la que no pueden hacer frente sin las ayudas extraordinarias del Gobierno de la nación; ya nos podemos imaginar si el gobierno fuera de izquierdas en manos de gentes como la Colau o el señor Romeva, incapaces de hacerse cargo de una empresa tan grande y problemática, sin tener la menor preparación para ello.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, las perspectivas que le vemos a un nuevo gobierno, en manos de comunistas y antisistema; con un país, como es el catalán, cuyo PIB, a pesar del optimismo de los políticos catalanes, resulta estar, en estos momento, un 8’3% inferior al que venían creando con anterioridad a la crisis, no nos permiten augurar más que un retroceso, tanto en el turismo, si se sigue intentando matar la gallina de los huevos de oro con medidas como las tomadas por la alcaldesa de la ciudad, como en lo industrial y comercial, si, como ya está sucediendo, las principales empresas están abandonando la autonomía catalana y las que quedan, sin duda, seguirán el mismo camino si se les aumentan los impuestos, se impide la negociación colectiva sin sindicatos o se intente volver atrás las medidas de reforma laboral que, a instancias de Bruselas, se pusieron en marcha.

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