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Milenario de San Veremundo

PEDRO SÁEZ MARTÍNEZ DE UBAGO Un conocido dicho de Navarra reza “Mientras el mundo sea mundo, el ocho de marzo San Veremundo”. Pero quién fue este Santo es lo que vamos a tratar de glosar aquí.

Frente a otros santos, como San Virila, cuya historia se confunde con la leyenda, de San Veremundo y de su familia tenemos documentación diversa que acredita la historicidad de este personaje del siglo XI, que influyó mucho en varios aspectos de la Navarra de su época.

Hoy el nombre Veremundo suele sonar raro, pero no lo fue tanto en su época. Tiene sus étimos en las palabras de probable origen suevo “ber” oso", y “mund” (protección), nombre guerrero que se vincula con la fortaleza física y protección sobrenatural contra las bestias, algo que, en el caso de nuestro santo no iba a la zaga con su reciedumbre espiritual. La misma etimología se halla en el nombre Bermudo, mucho más conocido, así como en el apellido Bermúdez. Esta etimología filológica, contrasta con otra popular, según la cual, airado por la ignorancia de unos peregrinos a Compostela, un monje a quién dijeron no haberse fijado en las maravillas contempladas, les convirtió en molinos, para que siguieran dando vueltas, pero sin contemplar nada, al tiempo que les abroncaba “¡Veré mundo!, ¡Veré mundo!, amonestación de la que el malhumorado monje tomó su apodo.

Nació hacia el año 1020, y este año se celebra oficialmente su milenario, no se sabe a ciencia cierta si en Villatuerta o en Arellano, por eso ambos pueblos compiten por el honor de ser su cuna; y ambos disfrutan el honor de custodiar, turnándose por lustros, la actual arqueta que contiene sus restos. Lo único de que hay certeza es que el Padre Veremundo (O.S:B.) decía que desde su celda del Monasterio de Irache podía ver su lugar de nacimiento. Y su muerte, producida antes de 1099 se celebra el 8 de marzo.

En la actualidad, San Veremundo es el patrono del tramo navarro del Camino de Santiago: y su memoria es elogiada así en el Martirologio Romano: “En la población de Estella, en Navarra (España), san Veremundo, abad de Irache, el cual, habiendo abrazado desde joven la vida monástica, estimuló a sus monjes a buscar la perfección con su ejemplo y con ayunos y vigilias. († c.1095)”.

Hacia el año 1032, siendo todavía muy joven, ingresó en el monasterio benedictino de Irache, del que era abad su tío Munio, y pronto, tras adquirir los hábitos, le nombró portero del monasterio, que era el encargado de repartir la comida a los pobres y desvalidos que acudían pidiendo amparo. Allí fue donde alcanzó renombre como monje ejemplar destacando sobremanera su amor y su labor en beneficio de los pobres. Las crónicas cuentan que siendo portero de la abadía, distribuía con generosidad comida entre los pobres. Sobre el hecho de que se le encomendara la portería, hay que destacar que la Regla de San Benito establece que el Portero, por su contacto con el exterior, ha de ser un monje de probadas virtudes.

Tras el fallecimiento de su tío, el Abad Munio (1052) Veremundo fue elegido abad; y bajo su gobierno la abadía vivió un periodo de particular esplendor. Para ello concurrieron varios factores: Ser, por su hospital y la buena acogida que se les dispensaba, parada imprescindible de los peregrinos jacobeos; verse muy favorecido por el rey Sancho IV Garcés, el de Penalén, quien realizó a la abadía diferentes donaciones, tales como 3 iglesias, 12 monasterios y 6 villas; igualmente, su sucesor, Sancho V Ramírez, acrecentó las posesiones de la abadía, llegando a tener ésta bajo su dominio a 25 monasterios, grandes extensiones de tierra y privilegios.

A ello hay que añadir que el monasterio tenía una buena biblioteca, que por desgracia no ha sobrevivido a los muy diversos aconteceres de su historia. Lo que permitía que sus monjes, en su cotidiano “ora et labora” gozaran del acceso a una completa formación. En este sentido, la importancia espiritual de Irache y el Abad Veremundo se atestigua con en su participación en la polémica del cambio litúrgico. Defensor del antiguo rito mozárabe envió a Roma dos de los libros litúrgicos: el de plegarias (Liber orationum) y el antifonario (Liber antiphonarum). Con dichos documentos, el papa Alejandro II, conocedor de la fama de santidad del abad, los aprobó. Y hoy en el Monasterio de Irache, en ocasiones especiales, aún se celebra el rito mozárabe.

Otra prueba de la fama de santidad y buena formación de sus monjes es que el mencionado Sancho Ramírez, en el año 1087 concediera el privilegio, extensivo en toda la comunidad monástica de Irache, de que la palabra de un monje fuese considerada como prueba en un juicio.

Además de su buen gobierno, tanto en lo temporal como en lo espiritual, San Veremundo gozó desde muy pronto fama de milagrero, atribuyéndosele numerosos prodigios. Sus monjes, conocedores de su profunda devoción mariana, declaraban que hablaba con la imagen que tenía a la iglesia del monasterio. Igualmente y a decir de numerosos testimonios, lo mismo  profetizaba hechos futuros, que procuraba con su oración la lluvia o el buen clima, según fuera menester para las tierras, que expulsaba los demonios a través de exorcismos, o curaba toda suerte de enfermedades, además de otros hechos admirables, entre los que cabe destacar los tres siguientes:

Las crónicas cuentan que siendo portero de la abadía, distribuía con generosidad comida entre los pobres, y como cada vez eran más los que acudían, cierto día en que llevaba muchos panes envueltos en su túnica, el abad Munio, buscando poner freno a su excesiva generosidad que menoscababa los bienes del monasterio, le preguntó qué llevaba, “astillas para hacer fuego calentar a los pobres”, respondió el santo. Cuando el abad ordenó a Veremundo que abriera su túnica, los panes se habían transformado en “astillas”, con lo que Dios mostraba que el gesto era agradable a sus ojos. Este milagro, bien con leña o con flores, tiene su probable origen en la Legenda aurea de Jacobo da Vorágine (O.P.) recopilación de relatos hagiográficos de a mediados del XIII.

Más concreto y real es la curación del abad Antonio de Comontes. Sobre ello sabemos que, en 1583 se trasladaron los restos del santo, que yacían en su sepulcro original aún conservado en el monasterio, como resultado de un voto por la curación de una enfermedad que había hecho dicho abad, quien depositó las reliquias en una urna preciosa que permaneció hasta el siglo XVIII en la sacristía.

Se le atribuyen, de igual manera, prodigios como salvar de morir ahogado a un labrador que le invocó mientras era arrastrado por la corriente del Ega, o apagar con la oración el fuego que unos desalmados habían encendido en las mieses del monasterio, o dejar paralizados a unos ladrones hasta que reconocieron su culpa y pidieron perdón al santo. Un milagro famoso que se cuenta es que en una ocasión de hambruna en que unas tres mil almas de los contornos acudieron hambrientas pidiendo alimento, Veremundo, conmovido, se postró ante el altar y suplicó socorro al cielo; en ese momento descendió del cielo una hermosa paloma blanca que revoloteando sobre los hambrientos, los dejó milagrosamente saciados. Tal vez sea la forma de convertir en milagro su reconocido gesto de abrir las despensas del monasterio a peregrinos e indigentes que necesitaban ayuda.

Igualmente, San Veremundo aparece vinculado con la invención de la imagen de la Virgen del Puy de Estella, algo que, a la larga supondría el declive del monasterio. Cerca del monasterio, san Veremundo encontró la imagen el 1080; y poco después Sancho Ramírez fundó, en el lugar donde se había encontrado la talla, la ciudad de Estella, originando así una disminución de los recursos y privilegios que Irache percibía de la Corona, que a partir de entonces se repartirían con la nueva ciudad que con el paso del tiempo se iría viendo cada vez más beneficiada.

Aunque los testimonios que se poseen sobre su vida y su personalidad son escasos y tardíos -El becerro de Irache y el Leccionario de Irache (1547)- desde muy antiguo se adoraron sus prodigios, de modo que el papa Paulo V permitió el culto en 1614, lo que fue confirmado por Inocencio X en 1646, mientras en 1614 el obispo de Pamplona, Dr. Prudencio Sandoval otorgó la autorización de una romería anual de Arellano y Villatuerta, germen de la que se celebra cada 3 de septiembre.

Hoy la devoción mariana de San Veremundo se une en Villatuerta, junto a la fuente construida ante la parroquia de la Asunción, donde el peregrino calma la sed física y espiritual, al tiempo que puede meditar con los versos de esta inscripción:

Bebed agua peregrino
Tomad descanso y dejad sed
Y en próxima etapa sabed
Que os dará fuerza y buen vino.
Aquí Nació San Veremundo
Que en Irache fue su abad
Pedid su gracia y marchad
Haciendo amor el Camino.

De momento, pese al cambio climático y a los desvaríos de la precoz Greta Thunberg; pese al corona virus; pese incluso nefastos políticos que ni vamos a mencionar, o a los despropósitos y las despropósitas del excéntrico e irracional feminismo desbocado, este ocho de marzo, segundo domingo de cuaresma, y fiesta del santo abad de Irache, patrón del Camino de Santiago en su tramo navarro, así como de la Asociación Cultural PEÑA PREGÓN -que tiene el honor de editar la revista cultural regional más veterana de Europa- como parece que el mundo seguirá existiendo y necesita más apoyo celestial que pocas veces en la Historia, apresurémonos a celebrar el milenario de nuestro santo, fieles a la tradicición de que “¡Mientras el mundo sea mundo, el ocho de marzo San Veremundo!”