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Diario YA


 

Obituario


José Luis Jiménez. 29 de septiembre.

Hay un aserto en el mundo del espectáculo que dice que cuando una persona conocida muere, lo hacen tres. Y esto se ha cumplido, desgraciadamente, y con connotaciones españolas. Hace unos días fue Pedro Masó y, con escasas horas de diferencia, el bailaor Mario Maya y Paul Newman.

Se ha ido uno de los grandes. Tanto como actor como persona. Su pérdida cierra, un poco más, esa época dorado, no ya de Hollywood, también del mundo del cine, y del espectáculo en general. Uno, que es mitómano, llevaba tiempo revisando algunas de sus mejores películas. Y me reafirmo en mi admiración por él. Como es lógico no voy a hacer un recorrido por su amplia y exitosa filmografía. Eso la haré, y lo estoy haciendo ahora desde mi butaca de espectador. Pero también desde esa butaca hago un guiño y me sitúo contemplando la vida. La suya. Hombre de convicciones muy fuertes en lo que se refiere a su trabajo. Así,  a pesar de triunfar en el cine, tenía muy claro, en sus comienzos, que el teatro era fundamental para la formación de un actor. Y se embarcó, en 1953, en la obra "Picnic" que estuvo más de un año en cartel. No hacía el papel protagonista, ese que conocemos todos que interpretó William Holden. Aunque, creo recordar, que terminó interpretándolo.

De gran y profunda convicción fue el proponerse contraer matrimonio con una actriz que le cautivó, Joanne Woodward. Desde el primer momento tuvo el pensamiento de que era la elegida para su vida. Sin embargo, tardó tiempo hasta que su primera mujer, Jacky Witte, le concedió el divorcio. Desde ese momento hasta su matrimonio con Joanne, pasaron muy pocas semanas. Eso ocurrió en 1958. Es decir, que acababa de cumplir sus bodas de oro. Pero hay algo importante que es interesante destacar. Pasaron sus momentos delicados. Y ambos supieron y tuvieron la inteligencia de sobreponerse a los mismos. Algo muy difícil en el ambiente en que se movían.

Quiso, una vez conocido el diagnóstico incurable que le dieron, de pasar los últimos tiempos con su familia. Esto contrasta, aunque eso no sea culpa de nadie, con los tan conocidos comunicados que suele enviar el representante artístico cuando ocurre el fatal desenlace. Bien conocidas son sus aportaciones a la sociedad. Pero no sólo económicamente. Lo que le da ese añadido humano tan importante.

Es casi interminable el recuerdo de momentos y escenas que me han marcado de su carrera. Pero señalo tres,  a modo orientativo. "La gata sobre el tejado de cinc" (1958). Discusión con su mujer (Elizabeth Taylor) en el dormitorio. Se refugia en el baño y acaricia la bata de ella, demostrando que, a pesar de todo, la ama. "El buscavidas" (1961), entrada en la sala de billar para desafiar al "gordo" en una partida donde se juega muchas cosas. "El golpe" (1973) Partida de póker en el tren. Adiós, Paul, Adiós.

 

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