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Diario YA


 

Que vuelva Lucía


José Luis Jiménez. 7 de agosto.

¡Qué decepción la actuación de Lucia Lacarra en Madrid! Dentro del amplio programa que los Veranos de la Villa ha programado, tienen cabida dos actuaciones de danza. Ambas en el Patio Central del Conde Duque. Los días 5, 6 y 7 de agosto, "Duque Elligton Ballet" de Roland Petit con Lucía Lacarra. 12 y 13, Joaquín de Luz y solistas del New York City Ballet.

 

Los nombres del coreógrafo Roland Petit y de la bailarina Lucía Lacarra, son atractivos por sí solos. Y si van unidos, más todavía. Por lo que si el espectáculo resulta fallido, como es el caso, el desaliento es mayor. Se dice que segundas partes nunca son buenas. Aunque haya afortunadamente, excepciones. Hace un par de temporadas, los nombres de Petit y Lacarra se unieron para una actuación veraniega en Madrid, entre otros lugares. Fue un fiasco, dado que el ballet que acompañaba a la bailarina era muy flojo. Se esperaba que hubiesen tenido más tacto ahora, pero no ha sido así. Los componentes del ballet japonés no se destacan, precisamente, por su talento. Parece un grupo juvenil, físicamente preparado, pero embarado en cuanto a arte se refiere. En cuanto a los artistas invitados, se limitan a salir del paso. Si nos fijamos en Luigi Bonino, primer bailarín de hace tiempo del Rolan Petit Ballet, sigue exprimiendo un número antiguo, el de Charlot. Y además dos veces. Si esto es repetitivo, podríamos aplicar el mismo calificativo al resto. Repetitivo, poco baile y poca coreografía.

 

Lucía Lacarra es una bailarina que ha adquirido un merecido prestigio. Pero, especialmente por su línea física. Cuello, brazo, pierna. Es pura plástica. Y esto lo exhibe con fruición. Enmascara, pero con una dignidad admirable, los defectos técnicos. Verla en escena es, de por sí, un espectáculo. Lo malo en esta ocasión es que se limita prácticamente a eso solo. La música, magnífica, de Duque Ellington aparece en todo momento casi de fondo. Es decir, acompaña al paso, no al baile, de los intérpretes. Y ese es un problema del coreógrafo. petit nos ofrece una obra muy menor. Vamos, que ha salido del paso montando un bolo de verano. Y no se puede achacar a la edad, al menos si lo comparamos con otros coreógrafos, que a una edad parecida, hicieron verdaderas obras maestras. En muchos momentos parecía un espectáculo de cabaret, o de pequeño musical. Pero, en ambos apartados he visto cosas mucho mejores.

 

¡Que vuelva Lucia, Lacarra! Pero, por favor, para bailar.  

 

 

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