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Diario YA


 

Siempre Arturo

José Luis Jiménez. 19 de Septiembre.

La Montaña Rusa

Autor: Eric Assous. Versión española: Juan José Arteche. Dirección: Arturo Fernández. Escenografia: Eduardo de Llano. Intérpretes: Arturo Fernández. Carmen del Valle. Teatro Marquina (Madrid).
 
Después de una gira por diversas ciudades españolas, ha recalado en Madrid la obra "La Montaña Rusa", interpretada por Arturo Fernández y Carmen del Valle. El autor es Eric Assous. Posiblemente este nombre no diga demasiado, pero si añadimos que es autor, entre otros titulos, de "Los Puentes de Madison", ya empezamos a vislumbrar que nos encontramos ante un texto de enjundia, con contenido, "carne" que se dice en el argot, y elementos importantes para poder enfrentarnos a sentimientos y sensaciones, acompañados de buena arquitectura textual y un fondo de ternura, aunque en un buen tramo de la obra, desde el comienzo hasta bien entrada la trama, puede parecer otra cosa.
 
Aquí comienza a entenderse el título de la obra. Nos vamos encontrando con un constante cambio de situaciones, basado en un magnífico texto, y con un un añadido final. Que, en definitiva es interesante y fácil de entender, pero que es un simple apéndice de todo lo que ha sucedido antes. La situación, porque en definitiva es la misma desde el comienzo, pero cambiante y sorpresiva cada poco tiempo. En definitiva, es como un tobogáan o una montaña rusa. Eso conlleva que la interpretación se tenga que adaptar a estos parámetros, y ahí aparece la pareja protagonista.
 
Arturo Fernández mantiene un estilo que lo define desde hace mucho tiempo. Alguno podría decir que ha creado un arquetipo. Yo añadiría que ha creado una personalidad escénica, única en este momento en España. Se ha quedado solo en este tipo de actuación. Muy personal, incluso intransferible. Se puede llegar a confundir el personaje interpretado con el intérprete. No importa. El público acude con esa premisa. Y Arturo Fernández ha logrado, desde hace mucho tiempo, que esa posible identificación no importe. Tiene un enorme sentido escénico y del "tempo". Hasta el punto de que su permanencia constante en escena desde que se alza el telón le permita jugar, un tanto, con el texto. Si mete alguna morcilla, va tan intrínsecamente unida a la obra, y a su personalidad, que forma un todo. Afortunadamente se mantiene vigente, para dicha de sus seguidores, que son muchos. En este caso la actriz que le da la réplica, Carmen del Valle, mantiene el tipo, que no es poco, y juega, de forma favorable, con los diferentes registros que impone el buen texto. El resultado final es positivo.
 
Aunque no quiero dejar de señalar un aspecto importante, que podría mejorar más aún el resultado: la dirección. Es del mismo Arturo. Lo que no le ha permitido pulir una serie de detalles, más bien matices. Especialmente de forma de registro actoral, hacia el final de la obra especialmente, que requirirían una serie de pequeños retoques, pero eso sólo se puede percibir dirigiendo desde el patio de butacas, no desde el mismo escenario. O algo puntual, pero importante, como es la colocación de las luces. Resulta muy incómodo que una serie de espectadores tenga que soportar los reflejos de las mismas sobre un retrato. La escenografia y el vestuario, en la línea, de buena calidad, en las funciones de Arturo Fernández. Muy recomendable.        

 

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