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Diario YA


 

¿Estado anormal de sinrazón politizada: gallinas vírgenes y progresismo recesivo?

Miguel Massanet Bosch.
El señor Pedro Sánchez no se cansa de repetir (en su última intervención insistió hasta la saciedad en referirse al concepto “gobierno progresista”) su intención de un gobierno de tipo progresista, sin que los ciudadanos de a pie estemos seguros de entender el verdadero significado que, para él y sus compañeros de gobierno en funciones, se le quiere dar a este tipo de gobierno que nos ofrece y de cuáles serían los efectos que, para el país, tendría su aplicación en España.
Si, como nos ha repetido, por enésima vez, la ministra Montero, entienden que el dinero de los españoles, al revés de lo que comúnmente se entiende, se encuentra mejor en manos de la Hacienda Pública que en los bolsillos de los ciudadanos, seguramente deberemos suponer que la función accesoria y delegada que, en toda democracia, le corresponde al gobierno del país; según el pensar de los socialistas que han ganado las pasadas elecciones del mes de abril, deberemos entender que pretenden darle al Gobierno un protagonismo que le permita disponer a su antojo de los caudales privados para invertirlos, en lugar de en aquellas funciones que los ciudadanos, por sí mismos, no estarían en condiciones de asumir; en los verdaderos suplentes de la voluntad popular que los ciudadanos le concedieron al Gobierno para que se hiciera cargo de funciones como la de defensa de la nación, la sanidad pública, las pensiones de los ciudadanos, la seguridad pública, el mantenimiento de la unidad de la nación y de sus poblaciones, las relaciones con el resto de naciones y el control de las fronteras para evitar que desde fuera pudieran llegar advenedizos que pudieran perjudicar la necesaria confraternidad entre las distinta comunidades existentes en nuestro país; dejando a los ciudadanos el resto de cometidos que ellos son capaces de poner en práctica sin necesidad de ser controlados por funcionarios que, en la mayoría de casos, no tienen el espíritu empresarial que caracteriza al empresario privado.
Partiendo de esta base, nos cuesta mucho poder aceptar que un programa llamado “progresista” como el elaborado por el señor Pedro Sánchez, compuesto por una larga lista de trescientas propuestas, elaboradas para conseguir la aprobación de un partido de ideas comunistas, que llegó a España para poder en la cuerda floja la existencia de todas las instituciones democráticas de las que nos dotó nuestra vigente Constitución de 1978, incluida la revisión total  de esta misma constitución; contenga las medidas adecuadas para que nuestra economía de libertad de mercado progrese, si, como ya se nos viene anunciando, este aparente “progreso” significa más facultades y poder para los sindicatos de obreros; más coste laboral para la industria y el resto de empresas privadas; más impuestos para los ciudadanos y los empresarios; más intervención del estado en la economía privada y menos facultades en forma de controles a la libertad de dirección de las sociedades privadas, en cuanto a su potestad de ajustar sus plantillas si las condiciones del mercado lo requiriese o de tomar medidas en el ámbito de ampliación o reducción de determinadas secciones que, debido a la evolución de los mercados, quedaran obsoletas o representaran una carga inaceptable para la continuidad de la empresa.
¿De verdad el Gobierno sigue en su actitud de ir admitiendo toda la inmigración que, a oleadas, va entrando a través de nuestras fronteras, no siempre pacíficamente y, en muchas ocasiones, como sucedió recientemente en los ataque a la frontera de la ciudad de Ceuta, por grupos de energúmenos que consiguieron dominar a los policías (escasos en número) que intentaban impedir que entrasen en la ciudad española? Hubo heridos entre la fuerza pública y 150 de los intrusos consiguieron entrar haciendo alarde de fuerza, como si de una victoria se tratase. Resulta increíble que el gobierno, por muy en funciones que esté, no haya sido capaz de ponerse de acuerdo con los otros partidos para evitar que la demagogia de unos cuantos, la cara dura de otros y la evidente abulia del resto de países europeos, que siguen mirando hacia otro lado cuando se trata de tomar medidas que afecten a todos respecto a esta invasión continuada por parte de la migración desde África hacia Europa que, desgraciadamente, desde que Italia se puso fuerte en su rechazo a ser invadida por las hordas de inmigrantes procedentes de Libia ( caso sangrante de Lampedusa) parece que, aprovechándose de la tolerancia y lenitud de un gobierno que parece no entender el peligro que, para nuestro país, representa esta verdadera invasión de sin papeles que, cada día entran a centenares a nuestro país.
Parece ser que el señor Sánchez en su forma equívoca de comportarse en cuanto a sus preferencias, por lo que se refiere a quienes le gustaría que le apoyasen en su investidura, si consigue que se materialice, antes de que el tiempo se le eche encima y los plazos le obliguen a convocar unas nuevas elecciones que, al parecer, según las encuestas que se están haciendo respecto a los resultados de una nueva consulta, no parece que los trasvases de votos que pudieran tener lugar dentro de las izquierdas o de las derechas, influyeran de una manera efectiva en cuanto a las actuales mayorías resultantes de las pasadas legislativas; no quiere dar claves de lo que tiene en mente hacer, si bien parece que quiere evitar a toda costa una coalición de gobierno con los señores de Podemos. Dicho esto, lo que evidentemente intenta es evitar que al señor Pablo Iglesias se agarre a última hora a un clavo ardiente y aceptara cualquier propuesta del PSOE con tal de conseguir algunas migajas de poder en forma de una participación en el nuevo gobierno que, de alguna forma, pudiera causarle problemas de gobernabilidad con sus propuestas radicales sobre temas laborales o relacionados con las clases pasivas del país. Es obvio que el intento se basa en constituir un gobierno minoritario, con 123 escaños y el apoyo puntual de Podemos, ERC, PNV (que ya ha avanzado su apoyo) para lo cual ya ha preparado los 300 puntos que presenta como un plan de gobierno para que Iglesias lo acepte y, en virtud de este acuerdo de tipo programático, el PSOE pueda gobernar sin tener a ningún otro partido que pudiera discutirle y rebatirle en público sus decisiones. En esto estamos, señores.
Sin embargo, el país se va degradando y se producen algunos hechos que, no por puntuales o absurdos, debieran de dejar de preocuparnos, debido a que la proliferación de comportamientos semejantes se presta a que, cuando pretendamos recobrar la sensatez, defender el cumplimiento de las leyes o que el Parlamento y el Senado intenten recobrar las funciones que le son propias, olvidándose de aquellos que desde las calles intentan mediatizar sus resoluciones o imponerles, mediante el chantaje o la presión popular, decisiones que pudieran redundar en la seguridad, la economía y nuestras relaciones exteriores, no solamente con la UE lo que podría poner en peligro nuestra continuidad en ella, sino con determinados países de nuestro entorno que pudieran entender que España se inclinaba peligrosamente hacia un comunismo, más o menos explicitado, que propusiera un cambio en lo que siempre ha sido la política económica y de libertad de mercado tan propia de la UE.
El ejemplo, verdaderamente chusco de estas chicas extremista y feministas que han querido convertir la defensa, siempre digna, de los animales en una especie de ópera bufa de la sinrazón y la estupidez cuando, en una granja de la que al parecer se están ocupando, han decidido separar las gallinas de los gallos alegando que las gallináceas están estresadas porque los gallos las “violan”. Sí, señores, tal y como suena. Las pobres gallinas sometidas a la superioridad de sus machos, los gallos, que las tienen sometidas a su poder. En un alarde de majadería e insensatez, estás mujeres chafan contra el suelo los huevos de la gallinas para que estas los picoteen y se los coman en venganza contra los gallos que las cubren. Es posible que estas “granjeras” de vía estrecha no sepan que, cuando las gallinas llegan a su madurez, empiezan a poner huevos sin precisar para nada la concurrencia de los machos.
En todo caso, si hay algo que interesaría resaltar en semejante boutade y es que, sin la concurrencia de los machos no habría nuevas gallinas y la especie acabaría extinguiéndose, a no ser que se decidieran por la inseminación artificial, lo que supondría que, a las pobres gallinas, se les privaría del instantáneo placer que les proporciona el macho con su rapidísimo coito, para ser fertilizadas por métodos mecánicos, seguramente más desagradables que la veloz y aparatosa intervención de su consorte el gallo. Al parecer también han castrado a algún macho ovejuno o cabrío para que no tenga tentaciones de atosigar a aquellas hembras que se pusieran en celo. No queremos expresar lo que pensamos de semejante personas y de lo que representan para el mundo civilizado la existencia de personas tan radicales y desnortadas como estas a las que nos hemos estado refiriendo.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, es como empezamos a pensar que algo muy importante está pasando con nuestro sistema educativo y que, es muy posible, los políticos deberían empezar a preocuparse de que, los centros de enseñanza, no se conviertan en laboratorios de cada maestro o maestrillo donde, en lugar de impartir las asignaturas propias del ciclo estudiantil en el que se encuentren los escolares, se dediquen a imbuirles ideas tan estrafalarias, absurdas y cerriles como las que han  demostrado tener estas jóvenes y sus, posiblemente incapaces, enseñantes. No nos olvidemos que el señor Sánchez no es partidario de intervenir en lo que significa un verdadero atentado contra el español, tanto en Cataluña como en el País vasco y posiblemente en Galicia. Esta tolerancia que, si no se pone remedido cuanto antes, va a extenderse por toda España; es uno de los métodos más eficaces que se utilizan para captar a separatistas, basados en la cultura nacida de su propia lengua, algo que si los gobiernos, que han tenido oportunidad, a lo largo de la historia de nuestra democracia de hacerlo, hubieran decidido tomar cartas en el asunto, con toda seguridad hubieran conseguido, fácilmente, acabar con estos intentos esporádicos de dividir España según las distintas lenguas habladas en cada región. La Constitución lo dejó claro, pero tanto los separatistas como las interpretaciones de muchos jueces que han querido tergiversar lo que la Constitución dice con meridiana claridad, han sido los culpables de que hayamos llegado a los extremos que, hoy en día, estamos padeciendo en toda nuestra nación.