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La bodega de Bob Dylan

Paco Ochoa. 31 de octubre. Lo de este hombre es sorprendente. No le basta con hacer, desde hace muchos años, una gira interminable por todo el planeta, ser referencia inexcusable de modernos y clásicos, grabar discos que, cuando pocos lo esperaban, le han puesto casi a la altura de sus mejores momentos y atesorar todo tipo de premios, galardones y honores varios. Por lo visto aún no es suficiente y, a sus 67 años, tiene tiempo para hacer programas de radio, escribir en varios formatos y desempolvar sus archivos en busca de grabaciones perdidas. El último rescate de su obra lo devuelve a la actualidad en estos meses finales del año.

 

La carrera de Bob Dylan (Duluth, Minnesota, 1941) admite pocas comparaciones en el mundo de la música popular. Pocos compositores le aguantan un pulso y ha sido capaz de crear un estilo de interpretación que ha marcado, e influido, a lo largo de los años a miles de jóvenes que ahorraban para comprar una guitarra y una armónica. Genio indiscutible del folk en los primeros sesenta, se paso después a la electricidad y de un tirón alumbró tres obras maestras -Bringing It All Back Home (65) Highway 61 Revisited (65) y Blonde on Blonde (66)- que dejaron al personal boquiabierto y cambiaron la historia sin billete de vuelta. Después siguió con sus cosas: ofreció nuevas genialidades -Blood On The Tracks (75)-, tuvo su época religiosa y siguió su camino con la dignidad de los más grandes.

 

También tuvo malas rachas. Los ochenta y los noventa fueron décadas bastante pobres que solo se arreglaron al final. La primera sufrió el final de sus experiencias místicas y tuvo el dudoso honor de albergar a los dos peores discos que Dylan ha hecho en su vida. La segunda se quedó bastante desierta, salvo algún experimento acústico. Así iban las cosas hasta que dos discos gigantescos las arreglaron. Las dos maravillas se llamaron Oh Mercy (89) y Time Out Of Mind (97).

 

Y son precisamente tomas alternativas y temas no utilizados de estas grabaciones las que ocupan la mayor parte de la octava entrega de los bootlegs de His Bobness. El doble compacto se llama Tell Tale Signs y abarca el periodo comprendido entre 1989 y 2006 con canciones que en teoría deberían ser consideradas de segunda, pero que en la practica fascinan por su intensidad y frescura. Cortes no grabados en su día como Missssippi o Born In Time,conviven con enérgicos directos, como la versión de Cocaine Blues grabada en 1997 o con revisiones de joyas como aquel Most Of The Time de Oh Mercy. ¿ Mi favorita? Sin duda Red River Shore una composición impresionante que no encontró hueco en Time Out of Mind y que aclara que, a la hora de efectuar los descartes, hasta el propio Dylan se equivoca.  

 
 
 
 
 
 
 
 
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