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Diario YA


 

Protagonistas

La memoria de James Taylor

Paco Ochoa. 7 de noviembre. Fue a principios de los setenta. Cuando los Beatles acababan de separarse, y el rock duro y el progresivo estaban en la apoteosis de excesos y creatividad, aparecieron una serie de chicos con pelo largo, vaqueros gastados, sonrisas arcangélicas y guitarras acústicas, dispuestos a comerse el mundo sin asustar. Eran hippies de bajo presupuesto que lo fiaban todo al poder de las melodías, de unos acordes inspirados y de unas palabras que nos recordaban que teníamos que querernos mucho y todas esas cosas. Los reyes del invento fueron sin duda Crosby, Stills, Nash and Young y, junto a ellos, surgieron artistas tan valiosas como Joni Mitchell, Carole King y un muchacho larguirucho que enamoraba a las chicas con sus ojos azules y su voz suavemente desengañada. Él es James Taylor y tiene nuevo disco.

Todo comenzó en Boston en 1948, donde nació nuestro hombre, aunque creció en North Carolina donde su padre era decano de la Facultad de Medicina. Su carrera musical arrancó realmente en Londres, donde Apple, el sello de los Beatles, acogió su primera grabación. Un trabajo que pasó desapercibido, a pesar de que Paul McCartney y George Harrison colaboraban en uno de sus temas. De vuelta a los USA consiguió un contrato con la Warners y, en 1970, grabó Sweet Baby James un álbum maravilloso que se convirtió en un gran éxito y dejó un clásico para la historia: la impresionante Fire and Rain, un testimonio de amor y perdida que, desde entonces, han cantado muchos pero nadie como el bueno de James. Para rematar la faena, el año siguiente publicó Mud Slide Slim and the Blue Horizon  y consiguió un Grammy por su interpretación de You´ve Got a Friend una versión de un tema de Carole King, que el hizo propio mejorando, con mucho, el original.

A partir de ahí, la vida siguió, los conciertos y los nuevos discos se sucedieron y, para que vamos a engañarnos, en el fondo vivió un poco de las rentas. Mr. Taylor se casó y se divorció, superó sus problemas con la heroína, tuvo hijos guaperas y siguió haciéndonos un poco más agradable la vida que, en el fondo, es de lo que se trata. Ahora lo intenta de nuevo.

La novedad se llama Covers y consiste en una docena de revisiones de temas ajenos que en su día conmovieron a nuestro protagonista. Con un grupo excelente, y unos arreglos con la elegancia marca de la casa, el compacto se disfruta sin problemas, ni grandes emociones. Las cosas funcionan en versiones inspiradas de canciones como Seminole Wind o It´s Growing y baja un poco en una Suzanne que, inevitablemente, echa de menos a papa Cohen. Al final, lo mejor es, sin duda, Wichita Llineman un destello de soledad que encuentra en el de Boston el mejor aliado para seguir siendo inmortal.  

 

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