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Diario YA


 

Puesto en escena. Dejó las cosas claras. ¿Y el chocolate espeso?

José Luis Jiménez. 5 de diciembre.

PRESENTACIÓN DE MORTIER EN EL TEATRO REAL

La contratación de Gerard Mortier como director artístico del Teatro Real a partir de 2010, es uno de los elementos de conversación, y algo más, en el mundo artístico y cultural, especialmente madrileño, en los últimos meses. Primero como posibilidad. Y, una vez confirmado el acuerdo, sobre lo que hará, y deshará. La semana pasada ya hice un comentario de los prolegómenos de su presencia en Madrid. Hoy puedo hacer mis primeras valoraciones, al menos a partir de lo que dijo ayer en su presentación.

En primer lugar, la expectación despertada se concretó en una asistencia masiva a la misma en el Real. Allí estábamos no solo los medios de comunicación. Decenas de personas de la mas variada condición, cultural y social, abarrotaban la sala. Y, de entrada ya hubo algo que no me gustó. Delante de mí estaba un señor de pelo cano que asentía muy complacido, y grababa, las palabras de Mortier. Al realizarle quien esto escribe al presentado una pregunta sobre temas de dirección musical, empezó a balancear la cabeza en sentido reprobatorio. Si la dirección del Teatro pedía que nos identificásemos al realizar preguntas, que entra dentro de una lógica, no me parece oportuno que se acepte la entrada en la sala a personas que no son de los medios y que tratan de intimidar. ¿Ya empezamos cuidando al fichaje de esa forma? No creo que le haga falta en absoluto, como dejó claro en su exposición.

Lo primero que hizo el señor Mortier en su presentación fue declarar su amor por España. Para ello hizo referencia a cuatro temas aislados en su trayectoria, que no cubrían esas expectativas. Quizás quiso inicia de esa forma su acercamiento, que, en cualquier caso no es mala cosa. Y ya que de España y amores hago referencia, refutó haber declarado que Madrid, musicalmente hablando, fuese un tanto pueblerino, o cosa similar. Hay quien asegura que lo dijo. A continuación, y dio pie a los titulares que he visto recogidos, dijo: "Quiero que el Teatro Real figure en la liga europea de primera", esto ya es un matiz. Pues, y esto es cierto, con once años de existencia en esta nueva etapa ha recorrido camino, pero queda un trecho.

Lo que sucede, y tiene todo el derecho a hacerlo, es que lo dijo con una suficiencia, autosuficiencia o egocentrismo, un tanto prepotentes. Dejó bien claro, y esto está bien que lo aclare, que el proyecto del real es el proyecto Mortier. Y dio a entender que eso será así pese a quien pese. Los responsables de su contratación le miraban embelesados. También dijo que a los críticos no hay que hacerles ni caso, que lo que importa es el público. Que éste no se tiene que dejar llevar por lo que oiga y lea. Que él se va a encargar de seducirlo. ¡Vaya, otra faceta de Mortier, la de seductor! Y que de su sabia mano nos llevará a integrarnos en Europa. Y que debemos de ser el puente entre Europa y América latina. Naturalmente conducidos por él. Y que se harán producciones propias que le den personalidad al  Real, para poderlas exportar, eso está muy bien, lo digo convencido. De cualquier forma habrá que controlar los costes. Que tiene en mente estrenar  una ópera que tiene en cartera desde hace diez años. Y que el estreno de la misma traerá a Madrid a la crítica de toda Europa. ¿Pero no dice que la crítica no es útil? Que va a rejuvenecer la media de edad de los asistentes. Que va a abrir el conocimiento del Real a mucha gente. Que él mismo dará conferencias. Que el Real, geográficamente hablando, se encuentra de espaldas a la ciudad. Y que conseguirá  darle la vuelta. Lo que no dejó claro es qué lugar de Madrid quiere que le levanten un monumento.

Aunque no lo parezca, quedan muchas cosas que comentar de su presentación. Especialmente lo referente a la dirección musical. Seguiré 

  

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