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Diario YA


 

La Mirilla

Temor y gozo de las nuevas tecnologías

Alejandro Fernández Pombo. 24 de mayo. El libro electrónico, como última o quizá penúltima nueva tecnología, está sembrando inquietud en los que tenemos una vieja amistad con el libro, así, sin adjetivos determinativos. ¿Es que nos le van a quitar? ¿Es que se va a perder esa entrañable operación manual de dar la vuelta de hoja?. Es posible que todavía haya lectores tan profesionales que incluso humedezcan ligeramente los dedos para pasar de una pagina impar a la par siguiente. El que esto escribe ha vivido lo suficiente para haberse llevado muchos sustos, uno cada vez que surgía una nueva técnica comunicativa de la que se decía que entre sus poderes estaba el de acabar con la lectura de los periódicos: la radio, el cine (luego el sonoro y más tarde el que se coloreaba), los discos con todas sus variantes, el ordenador, los móviles...

Pero el periódico y el libro fueron superando las pruebas de los nuevos inventos: los periódicos cambiaron  -que es buena cosa- pero siguieron saliendo cada día, y los libros, aún más antiguos desde que eran incunables de Gutemberg y compañía, están ahí en nuestros anaqueles para hacernos compañía, en las bibliotecas para consultarlos y, para ser comprados, en las librerías.

Sin embargo, viene el libro electrónico que, en un volumen de un mínimo espacio puede contener una historia completa de la literatura universal; por que sí y así debe ser, por que no se detiene la aparición de las nuevas técnicas, que nos obligan a preguntarnos, gozosos y compungidos a la vez, hasta donde vamos a llegar. Pero seguramente a buen sitio, aunque no nos guste.

El Papa actual (como ya lo había hecho Juan Pablo II) ha reconocido y proclamado los valores positivos de los avances técnicos para mejorar las relaciones humanas. Se ha recordado en estos días, con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que me temo que ha pasado una vez más casi inadvertida, a pesar de que este año se ha convocado con el lema de “respeto, dialogo y amistad”, tres actitudes sumamente necesarias en esta España nuestra tan crítica como crispada, que son palabras, que (con permiso de Coromines) tienen la misma raíz; por lo menos la crisis nos crispa a todos.

Al menos que, si el libro electrónico triunfa, deje vivir a su lado a los libros de siempre, que entre otras cosas son el saber que sí ocupa lugar, un amoroso lugar, en nuestras casas.

Que no nos obliguen a quemarlos como en la novela de Bradbury.

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